Vladimir Putin y la reconstrucción de la Rusia
"soviética"
El mundo se estremeció cuando Rusia se anexionó Crimea.
Pero,
¿por qué tanta sorpresa? El escritor y periodista Oliver Bullough
sostiene
que el presidente Vladimir Putin nunca ocultó su
intención de recuperar el poder
ruso. Lo que aun queda por
verse, dice, es cuánto más puede sostenerse este
ascenso.
Duma Estatal- se reunieron para aprobar la candidatura de un
primer ministro. Escucharon el discurso del candidato, le hicieron
unas preguntas y debidamente lo confirmaron en el cargo.
presidencia de Boris Yeltsin y un alto miembro del partido se
confundió con el nombre. Expresó que apoyaría la candidatura del
Stepashin -el apellido del recién destituido primer ministro- en
lugar de su desconocido remplazo, antes de rectificar el embarazoso
error.
nombre del nuevo primer ministro, tampoco se podía esperar que el
resto del mundo prestara mucha atención a su discurso. Era poco
probable que fuera líder del gobierno ruso por más de unos meses
así que, ¿para qué tomarse la molestia?
De desconocido ...
Vladimir Putin, y ha estado a cargo del país más extenso del
mundo, como presidente o primer ministro, desde entonces.
Putin era poco conocido cuando llegó a primer
ministro.
scuchando, pero ese discurso esbozaba el esquema de casi todo lo
que ha hecho, de cómo reformularía un país que estaba al borde de
un colapso catastrófico.
pagos de su deuda. Los salarios de empleados del sector público y
las pensiones se pagaban, con suerte, con meses de atraso. La
infraestructura básica se desmoronaba. Los bienes más preciados de
la nación estaban en manos de un manojo de "oligarcas" bien
conectados que manejaban el país como un feudo privado.
Chechenia, un lugar con menos habitantes que el número de
soldados rusos.
afiliado a la OTAN, llevando la alianza de Occidente hasta las
fronteras de Rusia.
Entretanto, el país era conducido por Yeltsin, un borracho irascible
en frágil estado de salud. La situación era apremiante, pero Putin
tenía un plan.
"No puedo abarcar todas las tareas que enfrenta el gobierno en este
discurso. Pero de una cosa estoy seguro: ninguna de esas tareas
pueden realizarse sin la imposición de un orden y disciplina básicos
en este país, sin el fortalecimiento de la cadena vertical", manifestó
a los parlamentarios congregados.
Nacido en Leningrado, en 1952, Putin se crió en los años de oro de
la Unión Soviética, el período después del espectacular triunfo de la
URSS en la Segunda Guerra Mundial.
Sputnik, la bomba de hidrógeno, la perra Laika y Yuri Gagarin eran
testimonio del ingenio soviético. Las apabullantes intervenciones
en Hungría, en 1956, y Checoslovaquia, en 1968, fueron una
muestra de su determinación.
Los ciudadanos soviéticos gozaban de un período de paz y
prosperidad. La vida era estable. La gente recibía su salario. Cada
quien estaba en su puesto. El mundo los repetaba.
Cuando Putin habló ante la Duma, su patria era otro lugar, caído en
desgracia ante el resto. Hablaba como un hombre que añoraba las
épocas cuando Moscú era tomada en serio. No lo mencionó de
manera explícita pero claramente estaba golpeado por la
inhabilidad rusa de evitar que la OTAN explusara las fuerzas de su
aliado, Serbia, de Kosovo hacía unos pocos meses.
.... a omnipresente
"Rusia ha sido una gran potencia durante siglos y aún lo sigue
siendo. Siempre ha tenido y tendrá zonas de interés legítimo...No
deberíamos bajar la guardia en este aspecto ni permitir que nuestra
opinión sea ignorada", dijo.
Su política interna era restaurar la estabilidad, frenar lo que llamó
las "revoluciones" que habían hundido a Rusia. Su política exterior
era recuperar el lugar de Rusia en los asuntos mundiales.
Esos dos objetivos fundamentales han dirigido todo lo que ha
hecho desde entonces. Si lo hubieran escuchado, ninguna de sus
medidas los hubiera tomado por sorpresa.
Desde entonces, se ha aferrado de cuanta oportunidad le ha
brindado la historia -desde los ataques del 11 de septiembre de
2001 hasta la revolución en Ucrania de 2013- para concretar sus
metas. Ha sido tácticamente astuto y despiadadamente oportunista.
Tanto en el interior como en el exterior, quiere que Rusia recupere
el prestigio que tenía cuando crecía.
El lugar obvio para iniciar esta campaña fue Chechenia, el símbolo
del colapso de Rusia. Los chechenos derrotaron la campaña de
Yeltsin de aplastar su independencia autodeclarada, pero resultó ser
una victoria amarga. La guerra devastó el pueblo, la economía y la
infraestructura de Chechenia. El territorio se convirtió en un antro
de secuestros, violencia y crimen sin que nadie -hasta que llegó
Putin- hiciera algo al respecto.
Finalmente, para los acongojados rusos patrióticos, aquí tenían a un
hombre no solamente capaz de pagar sus pensiones, sino preparado
para ensuciarse las manos defendiendo a la patria. Al cambio del
milenio, cuando Yeltsin abandonó la presidencia y designó a Putin
como su sucesor, los ínidices de aprobación del desconocido primer
ministro superaban el 70%, un nivel que ha bajado poco desde
entonces.
BBC.-
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