jueves, 10 de abril de 2014

PASOS FUNDAMENTALES DE LA COMUNICACION



Cinco pasos claves en la 


comunicación





Cinco pasos claves en la comunicación




Familias saludables 



Tal y como avanzamos en el anterior artículo

 abordaremos cinco pasos claves de forma sencilla y 

MUY PRÁCTICA nos ayudarán a desarrollar una 

mejor comunicación en la familia.



I-DEDICAR TIEMPO EL UNO AL OTRO


En esta época en la que siempre vivimos a mucha velocidad 

estamos tan ocupados, nos encontramos cada vez con más 

áreas de la vida que exigen la dedicación de nuestro 

tiempo. No es extraño que le dediquemos el tiempo 

necesario a los compromisos menos importantes 

que al de estar con la persona más importante en la 

vida: tu esposo/a.



Frecuentemente escuchamos a parejas, en consejería 

matrimonial, que dicen: “No me tiene en cuenta”. Lo que en 

realidad están diciendo es: “Siento que no me valora cuando 

no me pregunta lo que pienso o lo que siento”. Es 

importante comenzar hoy mismo a dedicar regularmente un 

tiempo para que el matrimonio pueda dialogar.



Separar un tiempo significativo cada día para poder hablar y 

compartir sin la tiranía de otras obligaciones es esencial. 

También será un ejemplo para los hijos, si los hubiere, de 

cómo ha de ser la comunicación en sus propias vidas. Cada 

hijo requiere de un tiempo especial para poder oírles y 

escucharles.



Esto, tan sencillo, es la tarea más difícil mantener en el 

tiempo para la mayoría de las familias. Sin embargo las 

familias fuertes han integrado esta característica a su propia 

esencia.






II-HABLA POR TI MISMO



Debes ser consciente de tus propios pensamientos y 

sentimientos, así como debes ser responsable de 

comunicarlos a los demás en tu familia, especialmente a tu 

cónyuge. ¡Nadie puede hablar por ti, excepto tú mismo! Usa 

los mensajes en primera persona: “Me siento triste 

porque…”; “Creo que necesitamos asumir la situación de esta 

manera porque…”; “Realmente me siento lastimado en este 

momento”; “Permíteme que te diga cómo veo yo este 

asunto”, “Así es como me siento”.



La comunicación se nubla cuando comienzas a 

decirle a tu pareja o a tu hijo lo que él o ella piensa y 

siente, o cómo debiera pensar o sentir. Esto 

frecuentemente crea una reacción defensiva por parte de la 

otra persona si siente que tú interpretación es una acusación 

o una interpretación injusta. Tu pareja o uno de tus hijos, 

podría percibir tu interpretación de otras maneras, por 

ejemplo: que no te interesa lo suficiente como para que le 

prestes atención.



En ocasiones cuando hablo con un joven adolescente y le 

hago preguntas directas acerca de su vida, encuentro que a 

su lado esta un padre o una madre que hacen “lectura de 

pensamiento” y contestan por él.


“¿Qué estás estudiando?, pregunto dirigiéndome al joven.


- Está haciendo primero de ESO. Contesta la madre.


- ¿Cómo te va el curso?, dirigiéndome nuevamente al joven.


- Es un vago, podría esforzarse más en matemáticas, pero no 


hay manera. Vuelve a contestar la madre.



Esta escena de la que habrán sido testigos muchos de los 

lectores, lo que provoca es una reacción defensiva en el hijo, 

que se enoja, se cierra, se siente ignorado… Por desgracia me 

encuentro con mucha lectura de pensamiento en todas las 

líneas de relaciones familiares: entre esposos, entre padres 

hijos, entre hijos y padres, y entre las distintas generaciones 

presentes en la familia.










La buena comunicación procede de expresar 

claramente tus propios sentimientos y pensamiento 

a la otra persona con palabras, tono de voz, lenguaje 

corporal o acciones, todo lo cual puede comunicar 

tus sentimientos y pensamientos. Sólo recuerda lo 

siguiente: “Habla sólo por ti mismo”.




 III- COMPRENDE AL OTRO



Hay que comprender que las percepciones de los 

demás miembros de tu familia son diferentes a las 

tuyas.



Nunca veréis las cosas de la misma manera. Los esposos, 

porque provienen de familias diferentes y forma de vida 

diferentes; los hijos, porque pertenecen a una nueva 

generación que procesa la información de forma nueva.




Diferente no significa equivocado; no significa malo; 

sólo significa que no es igual. Tal vez existan ocasiones 

en que se de acuerdo para estar en desacuerdo. Tal vez 

debamos decir: “Bueno, creo que verdaderamente tenemos 

puntos de vista diferentes”.



Está bien que en ocasiones tengamos maneras diferentes de 

ver la vida. Es más, sería extraño que esto no sucediera. La 

buena comunicación se alcanza cuando valoramos las 

diferencias que tenemos y tomamos el tiempo necesario para 

comprenderlas. Cuanto respetas las percepciones de uno de 

los miembros de la familia, el mensaje que le comunicas es el 

siguiente: “Lo que eres y piensas es importante para mí”. Las 

parejas que se valoran mutuamente alcanzarán el 

crecimiento a través de la enseñanza y el aprendizaje 

recíprocos. Los que no valoran las percepciones del otro 

comunican el siguiente mensaje: “Tú no tienes nada para 

enseñarme, mi forma de proceder es siempre la correcta”.



Frecuentemente, la comunicación deficiente es producida 

por nuestros intentos de probar que tenemos la razón. 

Pregúntate a ti mismo si prefieres tener la razón o ser feliz. A 

veces no se pueden lograr ambas cosas. Si no te interesa 

escuchar el punto de vista de alguno de los tuyos, 

simplemente no valoras lo que piensan ni lo que sienten.



IV- ESCUCHA CON ATENCIÓN


Escucha, no sólo que se está diciendo, sino el 

mensaje total que está transmitiendo. Recuerda que 

menos de la mitad de tu mensaje puedes 

comunicarlo verbalmente, a través de las palabras y 

del tono de voz, como decíamos en la entrega 

anterior. También es importante prestar atención a los 

mensajes corporales no verbales, pues esos mensajes a 

menudo te darán pistas con respecto a lo que siente la otra 

persona de tu familia. Cuando se está en la etapa de 

noviazgo es muy común estar sintonizado con los mensajes 

no verbales de tu prometido/a. Después del matrimonio se 

necesita dedicación para mantenerse bien sintonizado, pues 

con el correr del tiempo tenemos la tendencia de asumir que 

sabemos lo que nuestro cónyuges están pensando y sintiendo.




Da un paso hacia atrás y considera las formas que tenemos 

de escucharnos. La mayoría de nosotros tenemos tres formas 

básicas de escucharnos: atentamente, pasivamente y 

selectivamente.











El  escuchar atentamente  implica dedicar tu 

completa atención a alguien


No sólo escuchas lo que se está diciendo, sino que estás 

consciente de la forma en que se dice, el tono de voz que se 

utiliza y el lenguaje corporal expresado. De esta forma estás 

escuchando el mensaje total que la otra persona está 

enviando, valorando lo que te está diciendo.




Cuando escuchas atentamente, el escenario está dispuesto 

para que se desarrolle la buena comunicación, de esta 

manera ya estás enviando un mensaje al otro se ha dispuesto 

el tiempo necesario para intercambiar planamente los 

pensamientos y sentimientos. Escuchas el mensaje completo 

en lugar de intentar planificar lo que vas a decir cuando te 

toque hablar. Uno de los elementos más difíciles de lograr es 

escuchar atentamente y sin embargo, es el más necesario en 

el proceso de la buena comunicación. Precisa práctica, 

paciencia y respeto, por lo que ese que amas tenga para decir.

Un  oyente pasivo  tal vez oiga las palabras que se están 

diciendo, pero no sintoniza el resto del mensaje perdiendo 

de esta forma, la mayor parte del mismo. Se da poco valor a 

lo que está queriendo decir y a la persona que lo está 

diciendo. Cuando tu atención está dirigida a tu ordenador, o 

a la televisión, o a otras cosas, no tienes la capacidad de 

comunicarte con efectividad. Si la otra persona está 

involucrada en otra actividad, no es un buen momento para 

conversar.




Todos nosotros, en un momento u otro, 

somos  selectivos con respecto a lo que escuchamos

Oímos sólo que deseamos y el resto lo desechamos. Durante 

el noviazgo es muy posible que los novios no tengan en 

cuenta palabras o información que no se desea oír. 

Posiblemente se le da poca o ninguna importancia a ciertas 

cosas que se digan y que asignes gran valor a otras palabras o 

frases. Al llegar al matrimonio se mantiene ese patrón de 

escucha y surgen problemas. Oyen, pero no escuchan.



Un ejercicio interesante para escuchar en forma selectiva 

sería preguntarles a unas cinco o diez personas, que 

acabaran de escuchar la misma predicación, el tema del que 

había tratado el orador. Es muy probable que cada una haya 

escuchado algo un poco distinto a lo que el otro percibió. 

Existe una gran posibilidad de que cada uno haya olvidado 

aquello que le resultó difícil o doloroso de escuchar. De esto 

se trata el escuchar selectivamente.



Si una pareja se encuentra que repetidamente está luchando 

con que uno o ambos están escuchando sólo una porción de 

lo que la otra persona está diciendo, lo mejor es detenerse y 

tomarse el tiempo necesario para descubrir cuál es la raíz de 

esta forma selectiva de escuchar al otro. Esto ayudará a 

comenzar la apertura del proceso de comunicación.




V- COMPRUEBA QUE ENTIENDES LO QUE EL 

OTRO DICE


Este proceso se logra cuando le permites saber a tu 

compañero lo que tú le oíste decir, así como al preguntarle si 

le entendiste correctamente. Esto permite al otro corregir 

cualquier malentendido. El comprobar reduce la “lectura de 

la mente” y las malas interpretaciones, una trampa en la que 

suelen caer muchas familias que piensan que se conocen lo 

suficiente como para interpretar lo que el otro quiso decir, 

obviando lo que sí dijo. Recuerda, tú sólo puedes hablar por 

ti mismo. Si tú lees la mente estarás hablando por tu pareja o 

por tu hijo.




La comprobación también permite a la otra persona saber 

que las has estado escuchando atentamente y que le asignas 

suficiente valor como para asegurarte de haber entendido el 

tema que se está tratando.




CONCLUSIÓN: UN PROCESO



El tiempo, la honestidad, la claridad, el respeto, la 

valorización y el amor de uno con el otro, te 

ayudarán a ti y al resto de tu familia a desarrollar el 

arte de la comunicación. La comunicación es una 

destreza que puede ser aprendida y mejorada pera 

que lleva tiempo.



Recuerda, cuando aprendiste a conducir un automóvil. Es 

probable que hayas arrancado y detenida varias veces con 

grandes sacudidas, que hayas actuado con torpeza y que 

además tuvieras necesidad de mucha concentración en lo 

que estabas haciendo. El aprendizaje de la comunicación 

saludable y efectiva lleva tiempo, práctica y mucha 

paciencia. 




Las parejas que han logrado relaciones saludables, felices y f

uncionales, se han tomado el tiempo necesario para 

desarrollar una buena destreza en la comunicación.



¿Valoras a tu esposa/o y lo que tenga para decirte? ¿Valoras 

los puntos de vista de tus hijos? ¿Te tomas tiempo necesario 

para decirle a tus padres tus pensamientos y tus 

sentimientos? ¿Qué tipo de oyente eres tú: atento, pasivo, 

selectivo o una combinación de los tres? ¿Cómo calificarías 

tu actual nivel de comunicación en tu familia?









La elección es tuya y lo que decidas al respecto 

afectar al tipo de familia que tendrás.


WEB.-


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