La peste Negra

Todos hemos leído en los libros de texto acerca de la pandemia de
peste más devastadora de la historia, la así llamada Peste negra,
que acabó con un tercio de la población europea a mediados del
siglo XIV. Gracias a esas lecciones, acompañadas habitualmente de
ilustraciones terribles como la que acompaña este post (El triunfo
de la Muerte de Brueghel el Viejo), aprendimos que las culpables
de aquella matanza fueron las pulgas de las ratas, cuyas picaduras
transmitieron la bacteria Yersinia pestis por todo el continente.
¿Verdad? Pues no, un nuevo estudio británico pone en duda esto
último señalando a otro culpable: nosotros mismos.
peste más devastadora de la historia, la así llamada Peste negra,
que acabó con un tercio de la población europea a mediados del
siglo XIV. Gracias a esas lecciones, acompañadas habitualmente de
ilustraciones terribles como la que acompaña este post (El triunfo
de la Muerte de Brueghel el Viejo), aprendimos que las culpables
de aquella matanza fueron las pulgas de las ratas, cuyas picaduras
transmitieron la bacteria Yersinia pestis por todo el continente.
¿Verdad? Pues no, un nuevo estudio británico pone en duda esto
último señalando a otro culpable: nosotros mismos.
Según un trabajo realizado por forenses y arqueólogos británicos,
que examinaron a 25 esqueletos del S. XIV desenterrados en el
área londinense de Clerkenwell hace ahora un año, convendría
poner en duda los "hechos" que hemos memorizado en la
escuela. Los cadáveres desenterrados en Charterhouse Square
(norte de Londres) durante unas excavaciones efectuadas como
parte de la construcción de una nueva línea de ferrocarril, sugieren
un medio de transmisión diferente: el aire.
En opinión de los expertos, que tuvieron acceso al ADN de la
bacteria causante (Yersinia pestis) conservada en el interior de las
muelas mayores, para expandirse tan rápidamente y matar a tantas
personas, aquella pandemia debió de tener naturaleza de infección
aérea atacando los pulmones de sus víctimas. De ser esto cierto,
no deberíamos hablar de peste bubónica sino de peste neumónica.
Procedente de Asia, la Peste Negra llegó a Gran Bretaña en otoño
de 1348 y para finales de la primavera del año siguiente había
acabado con la vida de 6 de cada 10 londinenses. Si algo así de
mortífero llegase a la ciudad ahora, los muertos serían cinco
millones. Para sorpresa de los investigadores, al comparar el ADN
de aquella cepa con la que recientemente mató a 60 personas en
Madagascar, descubrieron que prácticamente eran idénticas.
Esta conclusión no fue lo único que los investigadores han
aprendido sobre la vida de los londinenses del siglo catorce. Los
restos fúnebres revelaron que el estado de salud general de los
habitantes de la ciudad era por aquel entonces realmente pobre.
Don Walker, el arqueólogo contratado por la empresa ferroviaria,
y la forense Jelena Berkvalacs del Museo de Londres, encontraron
evidencias de raquitismo, anemia, mala dentadura y
malnutrición infantil.
En apoyo de esta teoría de rápido contagio, y tras revisar el archivo
de documentos civiles históricos (afortunadamente en el Londres
medieval era obligatorio registrar los testamentos en el Juzgado de
Hustings) el arqueólogo Barney Sloane llegó a a conclusión de que
la peste acabó con el 60% de los habitantes de la ciudad.
Para vuestra tranquilidad, si aquella bacteria volviese a atacar hoy
en día tendría poco que hacer. Con la ayuda de los antibióticos,
nuestro (en comparación) buen estado de salud actual, nuestra red
de hospitales y doctores formados en gestión de epidemias, etc. la
plaga se conseguiría atajar rápidamente. Ventaja que no tuvieron en
la edad media.
Mente.-
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