jueves, 3 de abril de 2014

PESTES EN LA HISTORIA


La peste Negra
 



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Todos hemos leído en los libros de texto acerca de la pandemia de

 peste más devastadora de la historia, la así llamada Peste negra,

 que acabó con un tercio de la población europea a mediados del

siglo XIV. Gracias a esas lecciones, acompañadas habitualmente de

  ilustraciones terribles como la que acompaña este post (El triunfo

 de la Muerte de Brueghel el Viejo), aprendimos que las culpables

 de aquella matanza fueron las pulgas de las ratas, cuyas picaduras

 transmitieron la bacteria Yersinia pestis por todo el continente.




¿Verdad? Pues no, un nuevo estudio británico pone en duda esto

 último señalando a otro culpable: nosotros mismos.



Según un trabajo realizado por forenses y arqueólogos británicos,

que examinaron a 25 esqueletos del S. XIV desenterrados en el

área londinense de Clerkenwell hace ahora un año, convendría

poner en duda los "hechos" que hemos memorizado en la

escuela. Los cadáveres desenterrados en Charterhouse Square

(norte de Londres) durante unas excavaciones efectuadas como

parte de la construcción de una nueva línea de ferrocarril, sugieren

un medio de transmisión diferente: el aire.




En opinión de los expertos, que tuvieron acceso al ADN de la

bacteria causante (Yersinia pestis) conservada en el interior de las

muelas mayores, para expandirse tan rápidamente y matar a tantas

personas, aquella pandemia debió de tener naturaleza de infección

aérea atacando los pulmones de sus víctimas. De ser esto cierto,

no deberíamos hablar de peste bubónica sino de peste neumónica.




Procedente de Asia, la Peste Negra llegó a Gran Bretaña en otoño

de 1348 y para finales de la primavera del año siguiente había

acabado con la vida de 6 de cada 10 londinenses. Si algo así de

mortífero llegase a la ciudad ahora, los muertos serían cinco

millones. Para sorpresa de los investigadores, al comparar el ADN

de aquella cepa con la que recientemente mató a 60 personas en

Madagascar, descubrieron que prácticamente eran idénticas.



Esta conclusión no fue lo único que los investigadores han

aprendido sobre la vida de los londinenses del siglo catorce. Los

restos fúnebres revelaron que el estado de salud general de los

habitantes de la ciudad era por aquel entonces realmente pobre.

Don Walker, el arqueólogo contratado por la empresa ferroviaria,

y la forense Jelena Berkvalacs del Museo de Londres, encontraron

evidencias de raquitismo, anemia, mala dentadura y

malnutrición infantil.




En apoyo de esta teoría de rápido contagio, y tras revisar el archivo

de documentos civiles históricos (afortunadamente en el Londres

medieval era obligatorio registrar los testamentos en el Juzgado de

Hustings) el arqueólogo Barney Sloane llegó a a conclusión de que

la peste acabó con el 60% de los habitantes de la ciudad.




Para vuestra tranquilidad, si aquella bacteria volviese a atacar hoy

en día tendría poco que hacer. Con la ayuda de los antibióticos,

nuestro (en comparación) buen estado de salud actual, nuestra red

de hospitales y doctores formados en gestión de epidemias, etc. la

plaga se conseguiría atajar rápidamente. Ventaja que no tuvieron en

la edad media.



Mente.-


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