viernes, 25 de septiembre de 2015

LOS TRES LATINOAMERICANOS RESPONSABLE DE LA SILLA DEL PAPA





Los tres latinoamericanos que fabricaron 


la silla que el papa Francisco usará en 


Nueva York






Cuando el dominicano Fausto Hernández comenzó a 
trabajar en la ebanistería no se imaginaba que algún día 
una de sus piezas más simples sería ocupada por uno 
de los hombres más importantes del mundo.

Sin embargo, esa fue la misión que recibieron él y sus otros 
dos compañeros, Francisco Santamaría, de Nicaragua y 
Héctor Rojas, de México: "Hacer una silla sencilla para un 
Papa sencillo", como se lo explicó el propio Hernández 

Por cerca de dos semanas, los tres inmigrantes trabajaron 
en la construcción de la silla de roble que Francisco usará 
en la misa que celebrará ante 20.000 personas en el 
Madison Square Garden de Nueva York este viernes.

"No es una silla extravagante. El diseño es sencillo, hecho 
de paneles de madera, con una tapizada muy bonita blanca, 
bien delicadita pero muy fuerte", explica Hernández.


Sal Sammarco, Frnacisco Santamaría

Hecha por jornaleros

Los tres latinoamericanos, que no se conocían antes, 
trabajan diariamente como jornaleros al destajo, de la mano 
de dos organizaciones comunitarias.

Las organizaciones fueron escogidas por el cardenal 
Timothy Dalton, de la arquidiócesis de Nueva York, para 
construir la nueva silla papal.




"Para mí fue algo muy, muy bueno. Imagínate, que lo 
llamen a uno para participar en algo que es tan grandioso. 

Yo no estaba esperando nada de eso", afirma el hombre de 
51 años, sobre el día que recibió la llamada en la que le 
informaron que lo habían elegido para el proyecto.

"Me sentí muy contento, satisfecho de participar en algo 
que va a ser historia para mí, para mi familia y para mis 
amigos", explica Hernández.




El dominicano es miembro de Don Bosco Workers, con 
sede en Port Chester, en el estado de Nueva York, y que al 
igual que Obreros Unidos Yonkers, organización a la que 
pertenecen sus colegas Santamaría y Rojas, trabaja por el 
derecho al trabajo justo de los inmigrantes.

Hernández, padre de seis hijos, viaja diariamente desde su 
casa en el Bronx, en el noreste de Nueva York, hasta la 
sede de Don Bosco Workers, a más de 30 kilómetros, a 
esperar a que "el trabajo llegue".

"Ahí uno se hace en la parada a esperar a que venga 
cualquier personas a buscarlo a uno para trabajar", relata 
Hernández.

Francisco Santamaría, Fausto Hernández.


Trabajo en equipo


En contraste con el ritmo de vida que tienen estos 
trabajadores diariamente, durante las dos semanas que 
duró el proyecto de la silla, Hernández, Rojas y Santamaría 
fueron al mismo lugar cada día por seis horas, donde 
recibieron una paga de US$20 la hora, dinero para el 
transporte y almuerzo.

"Fue un ambiente bien bueno porque todos los días en la 
mañana, antes de empezar a trabajar, leían el Rosario. Y a 
las tres de la tarde, también cogían media hora para rezar", 
dice Hernández.

"Y yo no sé, pero en esos momentos que estaba ahí, 
espiritualmente me sentía completo, con una fuerza y una 
tranquilidad enorme".

"Uno para arriba para abajo siempre, cansado, pero aquí 
que el compromiso de una silla me hubiera dado el tiempo 
para eso. ¿Quién no se siente bien así?", dice Hernández.

Además de los tres latinoamericanos, el proyecto involucró 
como coordinador al religioso salesiano Salvatore 
Sammarco, profesor de carpintería y residente de Miami.

"Lo más bonito es que nadie puede decir que la hizo 
solo, fue una silla hecha en equipo. Antes de cortar nos 
pusimos de acuerdo entre todos".


Hermano Sal


Le pregunto a Fausto qué le va a decir al papa Francisco si 
lo llega a conocer en persona.

"Le voy a decir a ver si toca algo sobre la inmigración. Si le 
toca el corazón a esta gente para que den una amnistía 
para uno tener mejor movimiento, para ver si uno camina 
mejor la cosa", responde.

"Y bueno, si eso no se puede pues que entonces nos 
bendiga para siempre... o con que me dé la mano es 
suficiente", concluye Hernández. 

BBC.-


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