miércoles, 16 de diciembre de 2015

DESEO, PASION O AMOR?...EL BESO

¿Por qué besamos?









Que es el beso??


Es la presión de los labios contra una superficie 

determinada. Esta puede ser un objeto, o simplemente 

cualquier parte del cuerpo.


Socialmente es una muestra de afecto, saludo o 

sencillamente una manifestación de amor


Siempre surge la interrogante, quien se invento el beso o 

porque nos besamos?


Lo cierto es es que sea en las manos, mejillas o boca 

cualquiera que sea la parte del cuerpo nos formulamos la 

misma interrogante.



Se presume que aparece por primera vez de una madre a 

su hijo.


Fueron los animales los primeros en darnos este ejemplo de 

romance previo al sexo?



Esto es porque hay cierta especie de animales que 

muestran la presencia de la práctica del beso en diversas 

especies, entre ellas aves y algunos mamíferos .



 Se se llega a la conclusión que el beso  surge de forma 

instintiva en el ser humano donde fundamentalmente el mas 

destacado de todos es en los labios. Los labios son un foco 

sensitivo conformado de varias terminaciones nerviosas que 

tienen la principal función de transmitir impulsos 

eléctricos. Los besos no están necesariamente vinculados al

 sexo.


El Kamasutra por su parte describe tres clases de 
besos: 

-El nominal, en el que los labios apenas se tocan.

-El palpitante en el que se mueve el labio inferior, pero no el superior.

-El beso de tocamiento, en el que participan labios y lengua.









Beneficios del beso


Como beneficios a la salud del beso se encuentra la 

liberación de adrenalina y noradrenalina en el torrente 

sanguíneo, lo que provoca una serie de cambios físicos en 

la acción cardiovascular, aumenta el ritmo del corazón y el 

bombeo de la sangre. Un beso puede quemar de dos a tres 

calorías por minuto. La endorfina liberada en un beso puede 

ser más potente a la acción de la morfina, lo que contribuye 

a nivelar los niveles de estrés y da una sensación de 

bienestar.


Otros beneficios del beso incluyen el aumento de los niveles 

de autoestima, la tonificación de los músculos faciales, la 

liberación del anestésico contenido en la saliva, menores 

niveles decolesterol en el sistema cardiovascular y el 

mejoramiento de las funciones metabólica



La palabra “romántico” es clave, y hay que distinguirla de 

“sexo”, “amor” y “cortejo”. El sexo es el deseo de 

apareamiento presente en todos los animales. Los 

besos no están necesariamente vinculados al sexo, a 

menos que se usen como preliminar. El amor es… El amor 

es el amor (por ponernos poéticos). No existe ninguna 

cultura en el planeta que no tenga un concepto sobre lo que 

es el amor. Se presenta de muchas formas y aspectos, pero 

todo el mundo la reconoce instintivamente como amor. 



Algunos filósofos, como Platón, escribieron tratados sobre el 

amor, y pueden encontrarse obras similares a lo largo y 

ancho de todo el mundo antiguo. El amor y el sexo suelen 

aparecer entrelazados en obras como el Kamasutra indio, 

un manual práctico sobre el arte de hacer el amor. El beso 

en los labios se presenta en el Kamasutra como una parte 

de ese arte, porque los labios se ven como órganos 

erógenos sensibles.


Otros escritores, como Homero, Aristófanes y Catulo, 

también estaban obsesionados con el amor y el sexo. 

Catulo suplica a su amada que le dé un número infinito de 

“besos”. Pero, al igual que ocurre en el Kamasutra, nos da 

la sensación de que con beso (sin importar la parte del 

cuerpo que lo reciba) se hace referencia al sexo y al amor 

(sobre todo al primero), donde el hombre (Catulo) controla la 

situación y la mujer está a su total disposición.



El cortejo puede incluir o no incluir amor, e incluso sexo. Es 

una práctica prenupcial, que adopta numerosas formas 

rituales, dictadas por tradiciones específicas diseñadas para 

garantizar el matrimonio, normalmente como un acuerdo 

entre familias. Sin duda el amor no es un requisito para el 

cortejo, y el beso rara vez ha desempeñado un papel en 

este. Hasta hace poco, claro.







El beso en los labios “romántico” (no “sexual”) es una 

invención que viene, con toda probabilidad, de las 

tradiciones medievales de amor cortés


Así las cosas, ¿dónde encaja el beso? El beso en los labios 

“romántico” (no “sexual”) es una invención que viene, con 

toda probabilidad, de las tradiciones medievales de amor 

cortés. Está impregnado de amor “verdadero” (que no 

“acordado”); es una acción subversiva contra el cortejo 

pactado y el amor aburrido. Incluso hoy, la traición o la 

infidelidad comienzan con un beso. Seguido del sexo, por 

supuesto. Pero ambos no pueden invertirse: nunca el sexo 

antes del beso.


El origen del beso podría estar en una declaración de 

libertad ante las prácticas nupciales y amorosas 

anquilosadas. ¿Hay pruebas? No directas, claro, pero sí hay 

montones de anécdotas que lo demuestran.




Las primeras historias donde aparece el beso romántico, 

que suelen representar a unos amantes desdichados que 

rompen las restricciones de la sociedad, son los relatos, 

leyendas y canciones de trovadores medievales, basadas 

en la caballerosidad y el amor cortés. Un ejemplo clásico es 

la historia de la aventura amorosa, en el siglo XIII, de Paolo 

Francesca, inmortalizados por el poeta Dante en el quinto 

canto de su Infierno. Se trata de Francesca de Rímini, cuya 

mano se concede en matrimonio a Giovanni Malatesta 

(también conocido como Gianciotto) para consolidar la paz 

entre dos familias enfrentadas. El padre de la joven sabía 

que su hija rechazaría al feo y deforme Gianciotto, con lo 

que pide al hermano menor de este, Paolo, que rescate a 

Francesca. La joven se enamora al instante del apuesto 

Paolo, y ambos se besan apasionadamente, una imagen 

que luego influiría en muchas obras de arte, entre ellas la 

impresionante escultura El beso, de Rodin. Al saber que 

Gianciotto, y no Paolo, será su marido, Francesca monta en 

cólera: no pueden privarla de su amor por Paolo.






Según Dante, el amor surge después de que los dos 

amantes lean la historia de Lancelot y Ginebra. El final 

trágico llega cuando el celoso Gianciotto, florete en mano, 

se dispone a matar a Paolo, y Francesca se interpone entre 

los dos hermanos. La espalda la atraviesa y acaba con su 

vida. 


Entonces Gianciotto, totalmente fuera de sí, pues amaba a 

Francesca más que a su propia vida, mata a su hermano. 

Entierran a los dos amantes en la misma tumba, lo que 

simboliza su unión más allá de la vida mortal.


El poder del beso furtivo para cambiar la vida de la gente 

nos empuja inexorablemente a besar





La historia de amor de Paolo y Francesca es potente y, al 

mismo tiempo, de una tristeza abrumadora. Trata del amor 

“romántico”, sellado con un beso, que trasciende la vida y la 

muerte, a pesar de que la sociedad ve su acción como un 

pecado. Como Julieta le dice a Romeo en la versión 

shakespeariana de esa tragedia medieval: “Ahora tienen mis 

labios el pecado que han tomado de los tuyos”. A lo que 

Romeo responde: “¿El pecado de mis labios? ¡Dulce 

reproche! Devuélvemelo”. Desde el principio, el beso y el 

“amor desdichado” van de la mano. Acaso esa sea la única 

posibilidad para el amor verdadero: quizá pecaminoso, 

como dice Julieta, pero irresistible. Hoy en día encontramos 

este mensaje implícito en todas las historias de la cultura de 

masas, desde las películas hasta las novelas superventas. 

El poder del beso furtivo para cambiar la vida de la gente 

nos empuja inexorablemente a besar.



En la literatura de amor cortés, las mujeres aparecen 

retratadas como seres “angélicos”, no meros objetos 

sexuales. El beso se concebía como un camino hacia el 

amor espiritual, no un preludio del sexo. La idea de la mujer 

como ángel ha perdurado, y puede verse en canciones 

populares como Pretty Little Angel Eyes (1961), de Curtis 

Lee, y Next Door to an Angel (1962), de Neil Sedaka. Sus 

letras resuenan con las metáforas celestiales de los poemas 

y los cantos medievales. Por supuesto, en algunos de los 

retratos líricos la metáfora del ángel se yuxtapone con la de 

demonio, como en The Devil in Disguise (1963), de Elvis 

Presley.







Resulta sorprendente pensar que el beso podría haber 

surgido al mismo tiempo como un acto de amor y de desafío 

contra las costumbres anquilosadas del cortejo, tal y como 

insinúa la historia de Paolo y Francesca. Desde esa época, 

besar se ha convertido en la acción romántica por 

excelencia. ¿Hay algo más romántico que dos personas 

abrazándose, mirándose a los ojos y, como colofón de ese 

momento romántico, besándose en los labios? En ese 

instante, el beso transporta a los amantes a otro nivel de la 

existencia, muy por encima de lo mundano. Solo cuando el 

romance concluye, el poder del beso se desvanece. Como 

vivimos en una aldea global, el beso se ha extendido por 

todo el mundo, haciéndose un hueco en tradiciones y tipos 

de cortejo por doquier. El beso sigue siendo una acción de 

amor subversiva, y tiene un gran significado, pues provoca 

una compleja serie de reacciones químicas que potencian 

los sentimientos románticos y hacen que los actos físicos, 

como las relaciones sexuales, sean mucho más 

significativos e íntimos. El beso es, en pocas palabras, un 

“elixir” embriagador.







A fin de cuentas, el romance es un ideal, una parte de la 

forma en que fantaseamos sobre el mundo. Todos desean 

vivir una gran historia de amor, aunque puede que nunca 

llegue. El beso concierne a lo ideal, no a lo real. Durante 

unos instantes, suspende la realidad y el mundo se vuelve 

perfecto. Cuando funciona, hace añicos lo cotidiano, nos 

olvidamos de las banalidades que constituyen el día a día. 

Celebrémoslo siempre y confiemos en que nunca 

desaparezca.


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