Para el escritor Juan Carlos Botero, uno los momentos más felices que ha tenido en los últimos meses fue la presentación, en el Hotel Península de Shanghái, de su libro 'El arte de Fernando Botero', traducido al chino. “Ahí estaba mi papá y fue la primera vez que hablé con él presente, lo cual fue muy emocionante”, recuerda. De hecho, así lo refleja el conmovedor abrazo en el que ambos se fundieron cuando el autor finalizó su presentación, con una gran afluencia de público.
Con un primer tiraje de 5.000 libros, que ya va para segunda impresión, el escritor cuenta lo sorprendido que quedó con la acogida que ha tenido la obra de su padre, tanto por parte de la crítica como del visitante común.
A la presentación del libro siguió una conferencia en el museo donde se encuentra colgada la exposición del artista antioqueño, con más de 200 personas, así como una visita guiada y una firma de libros en una librería. “Los dos días –anota–, la fila que había fue algo que nunca me había tocado”.
El escritor, gran estudioso de la vida y obra de su padre, cuenta que la llegada a China fue una oportunidad para explicarle a una cultura tan diferente la propuesta artística del maestro Botero. Él lo define como “el momento del entendimiento”.
Edición china de 'El arte de Fernando Botero'. / Foto: Cortesía Lucy Landaeta
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“La verdad es que la obra de Botero es de una enorme universalidad, pero a la vez es una obra muy incomprendida o mal interpretada, porque se asocia a la gordura y el arte de él no tiene nada que ver con la gordura, sino con la exaltación del volumen y la heroicidad de la forma”, explica el autor.
Precisamente ese fue uno de los objetivos que él se propuso, cuando se sentó a escribir la obra. En el libro, Juan Carlos explica no solo los temas centrales del trabajo de su padre, sino que buscó dilucidar también “las ideas principales de él como artista, las convicciones centrales que alimentan su obra y que diferencian su creación de la de otros artistas”.
Para ello, el escritor duró años tomando nota de todo lo que su padre le ha comentado sobre su pensamiento, pero sobre todo de los errores de interpretación en que han incurrido críticos y analistas de su obra.
“Cuando tú estás en la visita guiada con los cuadros en frente y explicas qué es la exaltación del volumen y por qué el volumen comunica sensualidad, cómo despierta el deseo del tacto, cómo es el mejor vehículo para trasmitir el concepto de belleza que tiene Botero en el arte, uno le ve en los rostros a la gente ese momento del entendimiento”, explica su hijo.
Agrega que para su padre la llegada a China era un momento que anhelaba desde hace muchos años. “Él ha hecho cosas tan grandes que aun así ha quedado impactado al ver esta acogida, al ver esas exposiciones tan bellas, al ver sus esculturas expuestas en Shanghái en la entrada del museo, que es algo espectacular. Y se sintió muy complacido porque obviamente cada vez que un artista expone se arriesga al juicio del público y esta ha sido una reacción muy positiva y estimulante”, concluye.
Cuatro años para ver en perspectiva
Juan Carlos Botero cuenta que el principal desafío fue tomar distancia de su padre. “Esta fue la tarea más difícil que he hecho como escritor. Por eso me demoré más de cuatro años escribiendo el libro. Yo llevo escuchando a mi padre hablar de su arte toda la vida, pero desde el comienzo me propuse que el libro fuera transparente y como si yo no existiera”.
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