jueves, 5 de enero de 2017

EL AZUCAR Y LA ADICCIÓN









¿Por qué el azúcar es la droga más 

popular del mundo?








Sabemos que a largo plazo su consumo excesivo

 provoca enfermedades como la obesidad o la 

diabetes, pero ignoramos a conciencia su alto

 poder adictivo.



"La moderación"

Esta parece ser la respuesta unánime

 alcanzada por los nutricionistas y los profesionales 

sanitarios sobre la cantidad de azúcar que debemos 

consumir para no dañar nuestra salud a largo plazo, 

obviando, sin embargo, lo que ya es una realidad evidente: 

el azúcar provoca una adición similar al de otras

 sustancias como el café, el tabaco, el alcohol 

e incluso la cocaína. 

"Pensémos en  una droga que puede intoxicarnos,

 puede llenarnos de energía y se puede tomar por vía oral.

 No tiene que ser inyectada, fumada o esnifada para 

que podamos experimentar sus efectos sublimes y calmantes.

 Imaginemos que se mezcla bien con prácticamente todos 

los alimentos y particularmente con los líquidos, y que 

cuando se le da a los bebés provoca una sensación 

de placertan profunda e intensa que su búsqueda

 se convertirá en una fuerza impulsora a lo largo

 de sus vidas". 





Es la descripción del periodista Gary Taubes, en un 

artículo publicado en 'The Guardian', la adicción al 

azúcar y su similitud con otras drogas. Una adicción que,

 por otro lado, ya empieza a ser constatada por los propios

 investigadores, aunque claramente parece ser ignorada

 por todos... ¿Quién va a desconfiar de una sustancia que, 

a diferencia de lo que sucede con otras drogas, no provoca

 alteraciones del ánimo inmediatas, palpitaciones

 del corazón, mareos o dificultad respiratoria? 

Solo basta con probar su efecto en los niños y cómo 

calma su angustia, alivia su dolor, enfoca su

 atención y los deja llenos de alegría y felicidad

al menos durante el período durante el cual lo consumen. 

El único problema, según Taubes, quien describe su propia

 experiencia con sus hijos, "es que los niños esperarán otra

 dosis, tal vez para exigir una regularidad". Y lo que en un

 principio consistió en una forma de acabar con

 sus "perretas" se convertirá en una adicción que

 los acompañara toda la vida.


El azúcar es una sustancia altamente adictiva

que induce las mismas reacción que la nicotina, 

el alcohol, la cocaína e incluso la heroína en la región

 del cerebro conocida como el "centro de recompensa". 

Así, los dulces, al igual que las citadas drogas, estimulan

 la liberación de los mismos neurotransmisores, en 

particular la dopamina, que consiguen

 hacernos felices. 





Obviamente los seres humanos aprendieron a refinar 

estas sustancias para concentrarlas y aumentar sus efectos

 en el cerebro y el cuerpo. Las hojas de coca, por ejemplo,

 son ligeramente estimulantes cuando se mastican, pero

 poderosamente adictivas cuando se refinan. Pero también

 el azúcar ha sido refinado desde su forma original para 

aumentar la rapidez y concentrar sus efectos en 

nuestro organismo. 

Mientras más consumimos estas sustancias, menos 

dopamina producimos naturalmente en el cerebro. 

El resultado es que necesitamos "más droga" para 

obtener la misma respuesta placentera. Sin embargo,

 la mayoría de nosotros nunca sabrá si sufrimos

 sutiles síntomas de abstinencia por el azúcar,

 porque muy probablemente nunca estaremos el

 tiempo suficiente sin consumirlo para

 poder averiguarlo. 






"Esto podría parecer exagerado y fuera de proporción, 

pero el azúcar es la droga más peligrosa de los 

tiempos y aún se puede conseguir en cualquier lugar", 

comentaba el jefe del servicio de salud pública de 

Ámsterdam, Paul van der Velpen, en un artículo publicado 

en la página web oficial del organismo, en 2013, para hacer 

un llamamiento de emergencia a regular la venta

 de azúcar en Holanda. 





La responsabilidad de la industria

 alimentaria


El responsable de salubridad explicaba que, a diferencia 

de las grasas y otros alimentos, el azúcar interfiere con el

 apetito del cuerpo creando un deseo insaciable a seguir 

comiendo. Un efecto que es responsabilidad de la industria

 alimentaria por utilizarlo para incrementar el consumo 

de sus productos. "Quienquiera que coma azúcar

 quiere más y más", afirmaba.
E incluso los fabricantes que "velando por nuestra salud" 

comenzaron a anunciar hace un par de décadas 

productos bajos en grasa, especialmente las saturadas,

 reemplazaron esas calorías "sobrantes" 

con azúcares para hacerlas igual, o más, apetecibles.









 "Es como si la industria alimentaria hubiera decidido en 

masa que, si un producto no se endulzaba al menos un poco,

 nuestros paladares modernos lo rechazaban y compraríamos

 en su lugar la versión de un competidor", explica 

Taubes sobre esta revolución alimentaria. 


Pero, ¿por qué ignoramos su adicción?


Sidney Wilfred Mintz, Antropólogo, quien ha estudiado 
el azúcar y sus efectos en el cuerpo humano, señalaba en 
su libro "Sweetness and Power" (Dulzura y Poder), publicado
 en 1985, que la razón principal de por qué el azúcar goza 
de la aprobación social es que no produce los cambios 
de comportamiento que producen incluso sustancias como 
el alcohol o las bebidas con cafeína, cuyo consumo "puede
 desencadenar rápidos cambios en la respiración,
 el latido del corazón o el color de la piel".




 generalmente la tendencia es pensar que los azúcares 
y los dulces tienen buen sabor, e ignorar que quizás el 
azúcar es la sustancia que se encargó de provocar esta
 falsa creencia, algo parecido a lo que podría suceder 
con la nicotina y el consumo de tabaco.




Sobre todo, porque esa adición que tenemos desde que 
éramos niños, cuando nos daban algunos dulces, ya sea 
para calmarnos o para premiarnos, nos ha convertido en 
adultos que ansían un trozo de chocolate tras finalizar
 la jornada laboral o un helado para paliar el calor durante 
el verano. Porque la adicción ya la tenemos dentro, 
y para nosotros un dulce es solo un forma de 
endulzarnos nuestra ajetreada vida, 
obviando todo lo demás. 

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