Selena y la tragedia del Arte
El arte, más que una emoción, es un riesgo para
el espíritu y el cuerpo, en este caso el del artista,
ejecutor de los prodigios que de él se derivan.
Los artistas notables arrastran la tragedia.
Y es raro que algunos escapen a su presencia
insuperable.
La historia está saturada desde sus inicios de
esa temible fatalidad.Toda inmersión en el arte
es una apuesta a lo mejor y a lo peor que puede
ser el resultado trágico y lamentable de la partida
de un ser exquisito dedicado a dar todo de sí.
Ahí tenemos, por ejemplo, la muerte de Jhon Lenon,
asesinado por un fanático paranoico, los actos hostiles
contra Oscar Wilde de una sociedad puritana que no
le perdonó su condición de artista no convencional-
y las sociedades se gobiernan por convenciones,
llamadas asimismo, costumbres y tradiciones.
Llama la atención por igual la muerte por asesinato de
Selena Quintanilla, una líder del canto con proyecciones
de super estrella,ultimada por la envidia y la traición,
la ingenuidad que le acompañaba y la confianza que
asimismo la honró como mujer joven y emprendedora
eficaz, dejando en la infinita soledad a su esposo, Chris
Pérez, quien no ha podido superar los efectos amargos
de esa dura evasión del porvenir que veía cristalizado
en sus manos.
Su partida inesperada en el mejor momento de su
vida, como si suscitara la envidia de los dioses, dolió
a millones de seguidores que suspiraban su presencia.
Selena se ganó al mundo, además de innumerables
premios por su bella voz, su presencia de diosa
y su luz personal.
En su glorioso devenir brillaban todas las estrellas
en derredor, apagadas de pronto su ilusión por una
de esas víboras que siempre están al acecho para
dar la mordida mortal, la apoderada de su carrera
Yolanda Saldívar, quien la esperó un lugar apartado
para darle una muerte completamente inmerecida
e imperdonable.
Tan sentida fue su muerte que durante días,
cientos de miles no pararon de llorar y aún
la recuerdan con dolor.
TEXTO: Daniela De La Cruz Gómez.
EDICIÓN: Jacqueline Feliz.-
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