¿Por qué me pasan estas cosas?
A veces perdemos el control de nuestras propias emociones, o no tenemos la voluntad
necesaria para alcanzar nuestras metas, o nos vemos envueltos en serios conflictos
originados por asuntos sin importancia, o simplemente nos saboteamos, como si una parte
de nosotros quisiera vernos fracasar.
En esas situaciones inexplicables es como si tuviéramos en nuestro interior un gran panel de
control (con botones, diales y palancas), pero los mecanismos más sutiles y delicados de
nuestro aparato psíquico hubieran quedado en las peores manos:
nuestra mente. Que nuestra actividad mental es sólo la interminable corriente de nuestros
pensamientos conscientes, esa vocecita interior que nunca se calla.
Pero si somos observadores atentos de nuestras emociones, podemos darnos cuenta de que
en nuestro mundo interno operan también otras fuerzas, mucho más poderosas que esos
pensamientos superficiales.
Si vivimos ignorando esas poderosas fuerzas inconscientes que se agitan en nuestro interior,
con frecuencia nos suceden todo tipo de cosas inexplicables y tal vez nos veamos
envueltos
en serios problemas que nosotros mismos nos creamos involuntariamente.
La soledad, los conflictos o los problemas de salud suelen ser consecuencias de estas
“misteriosas” fuerzas que actúan en nosotros sin que realmente seamos conscientes de ellas,
como si fuéramos movidos por hilos invisibles.
Por ejemplo, todos somos manipulados aún hoy por los mandatos que recibimos cuando
éramos niños y que generalmente se oponen al desarrollo de nuestro potencial y que nos
impiden ser plenamente felices:
Por eso, la máxima “Conócete a ti mismo” es tan importante hoy como cuando fue acuñada,
hace unos dos mil quinientos años en la antigua Grecia. Es el autoconocimiento lo que
permite integrar y armonizar estas fuerzas vitales que nos constituyen y lo que nos posibilita
reconocer y descartar aquellas otras que nos son ajenas, que la familia y la sociedad nos
inculcaron y que muchas veces se oponen a nuestro desarrollo y bienestar.
Otra manera de ver nuestra realidad psíquica, tantas veces incomprensible y contradictoria
, es reconocernos como habitados por numerosas facetas independientes unas de otras,
cada una con diferentes características e intereses. Como si en lugar de tener un único “yo”
individual, estuviéramos formados por diferentes
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