de la historia
El dictador ruso Joseph Stalin
La madre de Stalin
Los historiadores están de acuerdo. Ekaterina, la madre
de Stalin, tenía un carácter muy fuerte. Junto con la
agresividad y las borracheras de su marido formaba un cóctel
explosivo que, frecuentemente, estallaba a golpes. Afianzada
en su religión, llevó a su hijo al seminario, del que fue
expulsado cinco años más tarde por sus actividades
revolucionarias. Señales ya, de acuerdo con «Dictadoras»
(Lumen), de un carácter heredado de su madre:
«Fanatismo extremo, destacada inteligencia natural y,
sobre todo, elevada predisposición a la violencia».
Nadia, la mujer de Stalin
Así era Nadezhda Alliluyeva, la segunda mujer de Stalin.
él amó de verdad alguna vez. Y fue la única persona que
le podía contradecir, que velaba por su propia dignidad»,
afirma en el nuevo libro basado en el programa de televisión
homónimo de Rosa Montero la especialista Olga Romanovna.
Amante también de su madre, Stalin le savó la vida
cuando era tan sólo una niña. Sin embargo, cuando sus
destinos volvieron a cruzarse, Nadia no tuvo tanta suerte. Se
casaron en 1919 y se trasladaron a vivir al
Kremlin.Estudiosa (no se resignaba al relegado papel que
le guardaba su esposo),bondadosa y austera, sufría
constantes humillaciones y maltratos, sobre todo cuando
Stalin se emborrachaba. De hecho, uno de esos capítulos
supuso su trágico final.
En una fiesta de 1932 ella, contraria a sus costumbres, se
arregló con esmero. Sin embargo, Stalin no paró ni de beber
ni de coquetear con la bella actriz Galia Zekrovskaya. Cuando
el dictador propuso un brindis, ella no le siguió. Stalin le
espetó: «Eh, tú, brinda». «A mí no me llames ‘‘Eh tú’’»,
respondió ella. Tras estas palabras, Nadia abandonó la fiesta.
Se dirigió al palacio Poteshny y se pegó un tiro en el
pecho. Cuando Stalin se enteró, se sumió en una de sus
profundas depresiones.
Svetlana, la hija de Stalin
Svetlana Stalina fue la única hija de Stalin. A pesar de que
había muchísima diferencia entre el horrible trato que le
profesaba a sus hermanos y el cariño que, en ocasiones, le
demostraba a ella, Svetlana afirmaba que su padre le había
arruinado la vida. Como se narra en «Dictadoras», su
infancia estuvo marcada por la dura represión que
ejerció su padre contra su familia más cercana.
«¿Por qué iba quedando vacía nuestra casa? ¿Adónde se
habían metido todos?», relata trágicamente en su libro
«Rusia, mi padre y yo» Svetlana Stalina. Su ajetreada vida
amorosa (se casó en cuatro ocasiones) iba a la par que
su trayectoria vital: se convirtió al catolicismo, emigró a
Estados Unidos, vivió en Gran Bretaña durante dos años en
la década de los 80, regresó a Rusia, aunque solo
permaneció allí un año, y después regresó a EE.UU.,
donde fallecía en 2011.
La madre de Hitler
El dictador alemán Adolf Hitler
Adolf Hitler fue criado entre algodones. Su madre había
sufrido la pérdida de sus hermanos (solo sobrevivieron él y
una hermana) y trató al dictador con excesiva protección. El
resultado: un niño excesivamente mimado y un mal
estudiante.
Curioso dato revela el libro publicado por Lumen: este hecho
marcaría la relación de Hitler con el género femenino.
Ejercía sobre ellas una increíble fascinación y se
dedicaron a amarle, a pulirle los modales, a financiarle y a
darle sus votos. Él les respondía con una profundas
misoginia y una convicción de mantenerse supuestamente
célibe para la Patria: «Muchas mujeres se me arriman
porque soy soltero. Eso fue especialmente importante en los
tiempos de lucha. Es como el caso de un actor de cine:
cuando se casa, pierde para las mujeres que le adoran ese
cierto atractivo y deja de ser su ídolo».
«Fue Clareta Petacci la amante total, la que más tiempo y
más agusto estaba con él, la que lo siguió hasta la muerte»,
relatan en «Dictadoras». Treinta años más joven que él, se
enamoró del Duce a los catorce años y actuó como total
aduladora de su líder. Tanto que rehusó la huida y se
quedó junto a Mussolini hasta el fin.
Su sobrina Geli
Geli Raubal junto a Hitler
La relación con su medio sobrina revela el gusto por las
jovencitas de Hitler. «Él estaba enamorado de Geli
Raubal, pero a su modo: quería, a la vez, poseerla y
mantanerla a distancia. Ella era el adorno de su casa y las
delicias de sus horas de ocio: su compañera y su prisionera»,
afirma Robert Payne, autor de «Vida y muerte de Adolf
Hitler». Calificada como bonita y divertida, siempre había
alguien del partido que la vigilaba y su casa se acabó
convirtiendo en una cárcel. «Dictadoras» narra su trágico
final, después de una acalorada discusión con el dictador en
1931: «Esa noche, Geli dijo que tenía dolor de cabeza y se
retiró temprando. En la habitación tomó la pistola de su tío,
una pequeña Walther 635, la envolvió en una toalla y se
pegó un tiro en el corazón». Sin embargo, el disparo no le
produjo la muerte y falleció tras largas horas de agonía.
Magda Göbbels, primera dama del Tercer Reich
Magda y Joseph Göbbels el día de su boda. Detrás se aprecia a Hitler, que fue el padrino
Siempre se ha dicho que Hitler estaba enamorado de
Magda, la mujer de Joseph, su ministro de propaganda. Y,
como el dictador no estaba casado, jugó un papel oficial, el
de primera dama del Tercer Reich. En «Dictadoras»
explican la extraña relación que hubo entre ambos: «Para el
Führer pudo haber sido una musa, una hermana, y el
lugar de ambos, un lugar adonde ir. A Hitler le encantaba la
comida en casa de los Göbbels y la compañía del
matrimonio y sus hijos». Tuvieron seis vástagos y a todos
ellos los asesinó antes de suicidarse junto a
su marido en el búnker en el que pasaron sus últimos días
junto al dictador.
Siempre se ha dicho que Hitler estaba enamorado de
Magda, la mujer de Joseph, su ministro de propaganda. Y,
como el dictador no estaba casado, jugó un papel oficial, el
de primera dama del Tercer Reich. En «Dictadoras»
explican la extraña relación que hubo entre ambos: «Para el
Führer pudo haber sido una musa, una hermana, y el
lugar de ambos, un lugar adonde ir. A Hitler le encantaba la
comida en casa de los Göbbels y la compañía del matrimonio
y sus hijos». Tuvieron seis vástagos y a todos ellos
los asesinó antes de suicidarse junto a su marido en el
búnker en el que pasaron sus últimos días junto al dictador.
Siempre se ha dicho que Hitler estaba enamorado de
Magda, la mujer de Joseph, su ministro de propaganda. Y,
como el dictador no estaba casado, jugó un papel oficial, el
de primera dama del Tercer Reich. En «Dictadoras»
explican la extraña relación que hubo entre ambos: «Para el
Führer pudo haber sido una musa, una hermana, y el
Magda, la mujer de Joseph, su ministro de propaganda. Y,
como el dictador no estaba casado, jugó un papel oficial, el
de primera dama del Tercer Reich. En «Dictadoras»
explican la extraña relación que hubo entre ambos: «Para el
Führer pudo haber sido una musa, una hermana, y el
lugar de ambos, un lugar adonde ir. A Hitler le encantaba la
comida en casa de los Göbbels y la compañía del matrimonio
y sus hijos». Tuvieron seis vástagos y a todos ellos
los asesinó antes de suicidarse junto a su marido en el
búnker en el que pasaron sus últimos días junto al dictador.
Eva Braun
Eva Braun comenzó su relación con Hitler cuando ella
teníaveinte años y él, cuarenta y tres. Al igual que con
su sobrina Geli, mantuvo a Eva semi recluida. Esa
postergación le costó a Eva dos intentos de suicidio. Sin
embargo, cuando comenzó el ocaso del Tercer Reich. El
dictador comenzó a abrir la mano y permitió que ella
ocupara un papel más protagonista. Incluso comenzó a
ejercer de «laseñora de la casa en Berghof, lugar de descanso
y segunda residencia gubernamental de Hitler. Todos los
que la conocieron en esa etapa aseguraron que era
muy buena administradora de la casa, amable y
organizada, y que, cuando ella estaba, se comía bien», se
afirma en Dictadoras». Esa progresiva apertura en la
relación acabó en boda pocos días antes del suicidio de
ambos.
Mussolini: Rachele Guidi
El dictador italiano Benito Mussolini posa con su mujer, Rachele, y sus cinco hijos
El dictador italiano intimó con un incontable número de
mujeres. Pero sólo se casó dos veces. Rachele Guidi fue su
segunda esposa. En «Dictadoras» la describen: «Doña
Rachele tenía un carácter prosaicamente práctico,
discutidor, severo y autoritario, a veces más que el marido.
Era una mujer dura y difícil, que se opuso a todo tipo de
clemencia para el yerno Ciano, ‘el traidor’ casado con su hija
Edda, cuando fue condenado a muerte. Edda decía: ‘El
verdadero dictador de la familia es mi madre’.
Las hijas de Mussolini
Fui capaz de someter a Italia, pero nunca podré someter a
mi hija», decía el Duce. Ella era Edda, su preferida, que
apoyó la política de su padre, pero su carácter indomable y
su energía la llevaron a ser de las primeras italianas en llevar
pantalones y bikini. Se caso con Gian Galeazzo Ciano, quien
votó contra Mussolini en 1943 en el gran Consejo del
Fascismo. Fue condenado a muerte por ello. Los intentos de
salvarlo de Edda fueron infructuosos. En cuanto a su hija
menor, Ana Maria Mussolini: «a los siete años sufrió una
poliomelitis vírica que le causó problemas toda la vida y
provocó depresiones en el padre, que casi lo llevan a dejar el
poder. Tras la ejecución de éste, el Comité de Liberación
Nacional la detuvo y desterró a la isla de Ischia con su madre
y un hermano».
Clara Petacci
Clara Petacci, amante del dictador italiano Benito Mussolini
«Fue Clareta Petacci la amante total, la que más tiempo y
más agusto estaba con él, la que lo siguió hasta la muerte»,
relatan en «Dictadoras». Treinta años más joven que él, se
enamoró del Duce a los catorce años y actuó como total
aduladora de su líder. Tanto que rehusó la huida y se
quedó junto a Mussolini hasta el fin.
ABC. es
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