Descanso
En la noche dispones a dormir. Tu cuerpo busca su posición
favorita,pones tu mente en blanco y agradeces a Dios por
todo lo que te ocurrió en la fecha que agoniza.
La jornada ha terminado. Uno menos de los días que te
faltan por vivir: feliz o no, tortuoso, efímero, interesante,
desabrido, lleno de ricas experiencias, descolorido
, monótono, colmado de expectativas realizadas… en fin
, ¿para qué tanto analizar? La labor finalizó y ha llegado la
hora del descanso.
Morfeo te espera. Te llama la oscuridad mientras pretende
cubrirte con su negra quietud.
Lentamente un ligero sopor te invade mientras abandonas
el mundo de los despiertos, de esa actividad febril que
quiere esclavizarte con sus pautas hasta lograr hacer de ti
una víctima más de su vorágine.
El tránsito es suave. Sin darte cuenta penetras al mundo de
los sueños, donde todo suele ser color de rosa. Donde el
subconsciente se aferra a cosas positivas; donde lo que
anhelas se convierte en realidad; donde puedes hablar con
los amigos de antaño que el tiempo y la distancia han
separado de ti; donde también puedes compartir
momentos de alegría –imposibles de vivir en tu cotidiana
realidad- con parientes que partieron al más allá.
Transcurre la noche. Te despierta quizás una suave palidez
que se escurre por la ventana entre el estentóreo diálogo
de gallos lejanos; la voz del marchante que pregona sus
frutos, o el agudo sonido del auto del vecino que enciende
su motor.
El calor de la vida se derrama despacio por el mundo. El
sueño ha concluido y te enfrentas a la realidad de un nuevo
día.
Otra vez el cielo se ha despojado de sus telas sombrías y
allá en lontananza, las doradas cortinas se descorren de
nuevo. Las casas aledañas se siluetean con la luz de
levante y tú, pesadamente, dejas el letargo y te
incorporaras a la vida.
¡Estás despierto! Una nueva página del calendario de tu
vida arranca con su abanico de posibilidades, invitándote a
resolver problemas y a consumar planes. Es hora de
abandonar quimeras y comenzar con optimismo una nueva
jornada. Superado el sueño, debes afrontar, como todos,
la realidad.
Abandona el lecho y empieza con una sonrisa la agenda
que tienes por delante. ¡Emprende el día con entusiasmo!
Probablemente Dios convierta en realidad tus sueños para
la fecha que recién comienza...
Alberto Vásquez.
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