El concepto marginación
En el caso concreto que nos ocupa, necesita de
varias matizaciones. Un artículo sobre la
marginación femenina en el Antiguo Régimen
debería hablar de este grupo social, excluido de toda
una serie de actividades, básicamente de carácter
público.
La Historia es uno de los ejemplos que se pueden
citar de la marginación sistemática de las mujeres
por parte de un sector erudito que no ha
incorporado en su discurso, ya no sólo a éstas, sino
tampoco a otros grupos y clases sociales. Por otro
lado, lo que podríamos denominar el silencio de las
fuentes ha venido reforzando esa idea de no
participación de la mujer en los aspectos decisivos
de la dinámica social. Personalmente pensamos
que esto no se debe tanto al supuesto vacío en la
documentación como al criterio androcéntrico de los
historiadores.
Nuria Vilardell Crisol,-
La RAE rechaza el uso de “todos y todas”
A la Real Academia Española (RAE) le llamó la atención el
uso creciente de un latiguillo lingüístico en América latina:
un artículo de la Constitución de Venezuela habla de
“venezolanos y venezolanas”, y la presidenta Cristina
Kirchner comienza siempre sus discursos dirigiéndose “a
todos y a todas”.
Sin embargo, los hispanohablantes no están discriminando
cuando usan el masculino para designar a hombres y
mujeres: no necesitan modificar el uso de su idioma para
huir del sexismo y tampoco están obligados a pasar al
género femenino el nombre de algunas profesiones.
Titulado “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, un
informe de la RAE critica las nuevas guías sobre lenguaje
no sexista elaboradas en España por universidades,
sindicatos o gobiernos regionales, que proponen, por
ejemplo, usar palabras como “la ciudadanía” en lugar de “los
ciudadanos” o “el profesorado” en lugar de “los profesores”
para hablar de grupos compuestos por hombres y mujeres.
El autor del informe de la RAE, Ignacio Bosque, defiende
que “el uso genérico del masculino para designar los dos
sexos está muy asentado en el sistema gramatical” español
y que no tiene sentido “forzar las estructuras lingüísticas”.
“No es preciso, desde luego, ser lexicógrafo para intuir que
la niñez no equivale a los niños”, fustiga.
Asimismo, “no parecen admitir estas guías que una
profesional de la judicatura puede elegir entre ser juez o
jueza”, critica el académico, considerando que las pautas
propuestas por estas guías están únicamente pensadas
para el lenguaje oficial.
La corriente “reformista” ya ha tenido varios ejemplos,
además de los que brindan la Constitución venezolana y la
presidenta Kirchner. El 15 de mayo del año pasado, la
Puerta del Sol se vio desbordada por un movimiento de
manifestantes que, para subrayar su conformación por
mujeres indignadas y hombres indignados, se
autodenominó “de l@s indignad@s”. Con el signo de
arroba, para ser más inclusivos.
Pero la RAE decidió ponerle, si no freno, al menos un límite
a un modo de expresarse que considera artificial y derivado
de la exposición pública. En un detallado informe, cuestiona
con contundencia e ironía una serie de nueve guías
gramaticales destinadas a “evitar el sexismo en el lenguaje”,
que fueron publicadas en los últimos 10 años en España.
En esas publicaciones, sus autores recomiendan a los
lectores, entre otros consejos, que no apelen al uso
genérico del masculino cuando se debe referir a los dos
sexos al mismo tiempo. Así, por ejemplo, sugieren que se
emplee “las personas becarias” en lugar de “todos los
becarios” o, también, “las personas sin trabajo” para
reemplazar a “parados”, en España.
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