Mientras trabaja en una importante comisión que mantiene
en reserva y se prepara para exhibir por primera vez en
Nueva York, en una muestra individual, Roberto Ferri
ofrece, vía correo electrónico, una entrevista a La Jornada:
– ¿Cómo se apoderaron el claroscuro y las técnicas clásicas
de su obra?
–Descubrí a Caravaggio y al barroco desde pequeño,
mirando un libro de mi abuelo. Desde entonces quedé
fascinado con el tenebroso mundo de la sombra y la luz
radiante, fue así que quise hacer mía esa técnica, para narrar
mi mundo.
Ferri explica que nació a orillas del mar Mediterráneo, en la
sureña ciudad de Tarento en 1978. Desde adolescente se
empeñó en estudiar todo lo relacionado con la teoría y la
práctica de la pintura. En particular, sus investigaciones se
enfocaron en el quehacer artístico del siglo XV hasta finales
del XVIII, enamorado de los maestros del claroscuro y el
simbolismo, y sobre todo de los grandes del academicismo y
el dibujo como Jean-Auguste-Dominique Ingres, Anne-
Louis Girodet, Théodore Géricault, Charles Gleyre, Frederic
Leighton y William-Adolphe Bouguereau, entre otros,
quienes lo sorprendieron e incitaron a desarrollar lo que
llama mi propia poesía.
Nueva fuerza en la pintura
En 2006, Roberto Ferri se graduó con honores en la
Academia de Bellas Artes de Roma, en la especialidad de
escenografía, pero desde siempre su principal labor la ha
desempeñado frente al lienzo, convencido de que la pintura
tiene una nueva fuerza en diversas partes del mundo, lo
estoy descubriendo porque muchas personas me dicen que
quieren aprender a pintar.
También comenta que lo sorprende la reacción que su obra
causa en el público. A diario recibe infinidad de
felicitaciones a través de Internet. En particular, las
personas se admiran de que siendo tan joven esté pintando
ya con esa maestría. Ferri admite que ha sacrificado muchas
cosas por pasar no sólo noches enteras dibujando y
pintando, sino horas y horas en los museos, mirando la obra
de los grandes autores, buscando esos secretos que no se
puede aprender en ninguna escuela.
El reconocido crítico de arte italiano Vittorio Sgarbi define a
Roberto Ferri como un fenómeno, admirable, es un pintor
antiguo. Pero aquí estamos, ante pinturas académicas
sorprendentemente modernas y transgresoras, que tienen
un efecto borgesiano: piden y obtienen sorpresa, delante de
ellas no sabemos decir en qué época estamos.
Respecto del arte contemporáneo y conceptual, Ferri se
desmarca y no se anda con medias tintas. Señala que el
británico Damien Hirst (Bristol, Reino Unido, 1965), el
artista vivo con la obra mejor pagada, es “un excelente
hombre de negocios, pero para mí el arte es otra cosa.
Precisamente esta energía renovada que tiene en la
actualidad la pintura, según yo, viene del hecho de que todos
estamos cansados del ‘arte malo’ y sin calidad.
Lo sagrado y lo profano
En 2002, Ferri participó en su primera muestra colectiva
titulada Los animales y los dioses en la galería El Laberinto,
en Roma. Al año siguiente, también en esa capital, fue
invitado a presentar su primera exposición individual en el
Centro de Arte Contemporáneo Luigi Montanarini.
De ahí en adelante los coleccionistas se arrebatan sus obras,
varias de las cuales pertenecen a acervos privados de su país
como de Londres, Dublín, París, Madrid, Barcelona, Nueva
York, Miami, San Antonio, Boston y Qatar.
Su muestra el año pasado en el Palazzo delle Esposizioni fue
calificada de única e impresionó a la crítica por la
estremecedora manera en la que un joven artista “convive
con lo sagrado y lo profano, así como su deseo de combinar
el bien y el mal, como en el óleo Lucifer, donde el ángel
caído del cielo, representado mientras imprime su sello en
una piedra y en la tierra que gobernará, expresa su belleza al
máximo.
Además de la armonía en las formas y la composición,
caracterizadas por un sentido de onirismo y por numerosas
referencias a la antigüedad, cuyo propósito es generar
asombro y maravilla en el espectador, los críticos alaban la
férrea disciplina del pintor, quien señala a este diario:
Dedico mucho tiempo a cada cuadro, porque cada obra
exige amor y aquello que me hace sentir es indescriptible,
trato de plasmarlo, de narrarlo de la mejor manera posible.
¡Es bellísimo!
– ¿Qué hay dentro de un artista tan joven que estalla con la
intensidad de tantos siglos en cada cuadro?
–Mi mundo interior está hecho de placer y dolor, Eros y
Tánatos, sueños y pesadillas, son las imágenes que llevo
dentro, entonces, mis cuadros son como ventanas abiertas a
todo ello que es la parte más íntima, más escondida, más
hermética, pero también la más sensible.
El maestro Roberto Ferri presentará en una magna
exposición que se realizará durante el segundo semestre del
año, en el museo Bilotti, de Villa Borghese, en Roma, su
magistral manera de plasmar las metamorfosis del cuerpo y
del alma, una amplia colección de obras recientes de la cual,
la muestra Roberto Ferri y la eternidad de la pintura, que
permanecerá en Florencia durante un mes, es sólo un
primer bocado.
Transgresión y pesadillas |
sábado, 20 de febrero de 2016
TODAVIA HAY GENIOS. ROBERTO FERRI, EL NUEVO CARAVAGGIO
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